Una chica a la moda by Susan Elizabeth Phillips

Una chica a la moda by Susan Elizabeth Phillips

autor:Susan Elizabeth Phillips
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2012-09-17T00:00:00+00:00


Winona Cohagan retorció las manos sobre los volantes de su delantal rosa, sentada en la sala de estar de la casa de Billy T mientras escuchaba el relato de Dallie. Holly Grace estaba al pie de las escaleras, con los labios blancos de tanto apretarlos, como si quisiera morirse de vergüenza. Por primera vez, Dallie cayó en la cuenta de que no había llorado ni una vez. Desde el momento en que él había irrumpido en el almacén, ella no había derramado ni una sola lágrima.

Winona no perdió el tiempo haciéndoles ninguna pregunta, por lo que Dallie pensó que en lo profundo de su ser ya sospechaba que Billy T era un pervertido. Pero la tristeza infinita que vio en sus ojos le hizo saber que no había tenido la menor idea de que su hija había sido su víctima. También vio inmediatamente que Winona amaba a Holly Grace y que no iba a permitir que nadie le hiciera daño a su hija, sin que le importara lo que eso pudiera costarle. Cuando finalmente se dirigió hacia la puerta para marcharse, imaginó que Winona, pese a su carácter volátil, haría lo debía hacerse.

Holly Grace no lo miró cuando se fue, y tampoco le dio las gracias.

Durante varios días no fue al instituto. Dallie, Skeet y la señorita Sybil realizaron una visita a la farmacia fuera del horario comercial. Dejaron que la señorita Sybil llevara la mayor parte de la conversación, y cuando terminó, Billy T había asumido la idea de que no podía permanecer en Wynette por más tiempo.

Cuando Holly Grace finalmente volvió a clase, actuó como si Dallie no existiera. Él no quería que ella supiera lo mucho que le dolía su actitud, así que empezó a coquetear con su mejor amiga y a asegurarse de estar rodeado de chicas guapas siempre que creía que podía cruzarse con ella. No funcionó como hubiera querido, pues siempre que la veía Holly Grace tenía a alguno de los chicos ricos de los cursos superiores a su lado. Sin embargo, a veces creía ver un destello de algo triste y viejo en sus ojos, por lo que al final se tragó su orgullo y le preguntó si quería ir al baile con él. Se lo preguntó como si no le importara mucho su respuesta, como si le estuviera haciendo un gran favor por el simple hecho de preguntárselo. Quería asegurarse de que, cuando ella lo rechazara, comprendiera que no le importaba un pimiento y que solo se lo había preguntado porque no tenía otra cosa mejor que hacer.

Ella dijo que sí.



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